El olor a sexo todavía salía de su boca mientras dormía. Ella se paseó en puntas de pie sobre los límites del olvido anidando en pan de ángel las gotas de un sudor pentagramado . Se acurrucó en un sillón de cartón-piedra prestando atención al sonido de su corazón que vibraba al ritmo de una noria vieja y chirriante, al tiempo que en sus pupilas dilatadas desfilaban procesiones de autos balbuceando la despedida de las vacaciones, que marzo comienza a maquillarse y la luna se propone menguar para acunar los recuerdos.
Silencio estrepitoso en los botones de la ropa que decoraba el suelo de la habitación donde todavía él seguía durmiendo. Pero prefería no despertarlo para que ese vacío nocturno de un sin él con él no acabara tan pronto.
Mientras se duchaba, en la cortina del baño se dibujaban destellos de verdades a medias y mariposas heladas sobre el vientre.
Sintió un ruido y apuró el deslice del jabón sobre su piel.
En medio de la penumbra vio a ese hombre desnudo iluminado por la clara noche. Sirvió un vaso con agua y pronto desapareció.
En silencio caminó de nuevo a la cama, se recostó a su lado, besó su espalda y él no respondió, nunca respondió.
Entonces hizo recuento de domingos al abrigo de la soledad, de sillas vacías a la hora de la cena, de pliegues alizados al costado de su inmensa cama, de salidas del trabajo sin citas a la vista, de ecos respondiendo a sus monólogos y, es ahí, donde una vez más, prefirió callar y aceptar aquella absurda felicidad que él le inventaba.
Al abrir los ojos, como cada tarde, él ya no estaba.
jueves, 26 de agosto de 2010
jueves, 12 de agosto de 2010
.I.
No me diste tiempo a buscar palabras que rimen con tu nombre
No le diste tiempo al beso, al calor, a la humedad.
Ni a tu lengua ni a la mía,
ni a la risa ni al llanto del después.
Diálogo de yerba y agua sin que sepas que te estudio en cada sorbo.
¿hasta dónde pretendés apretar?
No le diste lugar al domingo, a la ropa desparramada por el suelo.
Furiosas las noches en que me invadís en silencio,
Injustos los miedos que me trago
Siniestras las bellas palabras que te escondo,
Macabras todas las formas del olvido.
A tu manera, cuchillazos de frases gentiles no deseadas.
Se te pintan las canas de invierno lluvioso
y la vida se estanca a la vuelta de la esquina.
Una arruga se te asoma por la espalda de los ojos
pero aún no llegas a entender nada de todo esto.
El sol te quema la cara en la mañana, pero tu costado está helado
con un manojo de putas que dejan su huella de rimel en la almohada.
Llenate de ruidos, de ruiditos, de la música de otras veces, del sonido del agua corriendo en la ducha, de películas en inglés, del estrepitoso timbre por culpa de un ring-raje.
¿hasta dónde me vas a llevar?
No le diste tiempo al beso, al calor, a la humedad.
Ni a tu lengua ni a la mía,
ni a la risa ni al llanto del después.
Diálogo de yerba y agua sin que sepas que te estudio en cada sorbo.
¿hasta dónde pretendés apretar?
No le diste lugar al domingo, a la ropa desparramada por el suelo.
Furiosas las noches en que me invadís en silencio,
Injustos los miedos que me trago
Siniestras las bellas palabras que te escondo,
Macabras todas las formas del olvido.
A tu manera, cuchillazos de frases gentiles no deseadas.
Se te pintan las canas de invierno lluvioso
y la vida se estanca a la vuelta de la esquina.
Una arruga se te asoma por la espalda de los ojos
pero aún no llegas a entender nada de todo esto.
El sol te quema la cara en la mañana, pero tu costado está helado
con un manojo de putas que dejan su huella de rimel en la almohada.
Llenate de ruidos, de ruiditos, de la música de otras veces, del sonido del agua corriendo en la ducha, de películas en inglés, del estrepitoso timbre por culpa de un ring-raje.
¿hasta dónde me vas a llevar?
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